miércoles, 14 de octubre de 2009

¿Y ahora qué?


Uno puede ser continuación de si mismo, pero nunca repetición. por eso hay días en los que siente que está vacío, lo que no tiene nada de dramático, no conlleva una tragedia de lo existencial, ni alimenta el horror vacui ni impulsa al suicidio. Todo lo más conducirá a una cierta perplejidad y a tomarse unos días de aburrido descanso, o un tiempo de incierta duda. Recuerda el del Prado un plano de Ana Karina paseando por la playa, en Pierrt le Fou, exclamando o preguntándose ¿Qué voy a hacer?", "¿Que puedo hacer?". Ese plano obedece en realidad a un impulso personal de la Karina, a la que le dió por caminar por el borde del mar y estrujarse el cerebro porque Godard le había pedido que improvisara. Mientras ella se preguntaba sobre el que hacer, el director la rodó e insertó el plano en la película. De lo banal a lo existencial en un puro y casual insert.

¿O no era tan banal? Es un ejemplo perfecto del momento en que continuar es no saber que hacer, ni siquiera saber que se puede hacer. A lo mejor es la antesala del aburrimiento. En ese momento se puede seguir hacia adelante, hacia el no saber, o se puede uno repetir a si mismo. Todo dependerá de la capacidad de acomodación, el impulso hacia el triunfo, que tenga el protagonista del momento. Si en ese tiempo anterior en que sabía que hacer, incluso que decir, alcanzó un cierto triunfo, frente a si mismo, o frente a los demás que es en ocasiones más estimulante, pensará en repetirse, será una inclinación, a lo mejor una perversidad consigo mismo; quien se repite ya se conoce. El afán de descubrimiento de este tipo que se pregunta tiende a desaparecer, ya se sabe, ya se conoce, ya se aburre.

Claro que si se trata de un hombre ocupado es diferente. Éste que se levanta a las siete, prepara el desayuno, va a trabajar, y aquí la cuestión es añadir todo lo habitual convertido en acción, siempre sabrá lo que va a hacer, lo que puede hacer y sobre todo tendrá plena conciencia de lo que no puede. Pero no es este el caso, se trata de aquel que tiene el tiempo suyo y lo dedica a continuarse en un estado de permanente curiosidad, también se podría escribir búsqueda, pero esto suena retórico, o a melodramático. "Ese hombre buscaba permanentemente para no repetirse a sí mismo". Y sin embargo esa es la tentación, alcanzada cierta medianía uno tiene a la repetición.

Los cajones de la mesa, piensa el Hombre del Prado, suelen estar llenos de senderos iniciados y no terminados; caminos improbables abandonados cuando se apagaba la luz en ellos y se abrían a una nada de impotencia, entonces sería un todo; o de aburrimiento, entonces si sería nada. Entonces viene la tentación a la higiene, ojear, hojear, leer y destruir. A un lado esto que puede valer, al otro esto, que hay que tirar de manera definitiva. No siempre se destruye definitivamente. Es como la ropa o los muebles viejos, mientras hay sitio se guardan por si acaso. Otra vez la tentación a repetir lo que fue.

De manera sinuosa este post lleva al cine: ahora Fellini. En Ocho y medio dedica toda una película a narrar la peripecia creativa de un hombre que ha llegado al fin de su creatividad y a la enorme mole de su impotencia. A partir de esa película, que es media nada más y nada menos, el director Guido Fellini, porque era él, se repetirá a si mismo como única manera de continuar.

También es eso a veces.

6 comentarios:

  1. Je, je, Bosquihumano has ido a dar con otrode los temas divertidos de este mundo, todo un paradigma a saber, ¡tachán!: El "momento cumbre"

    Hay que conseguir a como sea ese "momento cumbre"; y cuando se consigue esforzarse por repetrlo y repetirlo y repetirlo. Mi enfoque bioquímico me lleva a interpretarlo como el subidón de adrenalina que provoca una excitación (socialmete identificada con placer), al tiempo que genera el subsiguiente e inevitable bajadón, que provocará el "mono", que buscará ser apagado con otro golpetazo para arriba ¿arriba?, que a su vez...

    ResponderEliminar
  2. sucede que totod acabamos repitiendonos mas que el ajo (y perdona la vulgaridad) Goddard también, pero sucede también que a veces uno, y nunca sabrá el porqué es capaz de reinventarse de nuevo, y en eso (creo) estamos todos por ahí, la mesa tiene muchos cajones llenos de nuevos senderos.
    ¡Ah! viendo la foto que deduzco es del jardin de tu casa junto al prado, echo en falta a Goyerri.

    un abrazo

    ResponderEliminar
  3. Aligo, yo no poienso en el "momento cumbre" sino en que en ocasiones la repetición, intencionada, de éste, lleva al aburrimiento. Seguir sin más es no seguir.

    ResponderEliminar
  4. Francesc,hioce esa foto cuando empecé mi "postracón" después de la caida del caballo, porque me organicé ahí la "paradeta". Lo que pasa es que ya ando por casa como si tal, conduzco. Pero dejé la foto porque me resultó una estancia muy agradable. Y si, es el jardín que da al sur.

    También echamos en falta a Goyerri, aunque a veces lo sentimos por ahí. Y en este blog, aquí hace mucha falta. Yo solo cuento mucho menos.

    ResponderEliminar
  5. Uno de mis escritores fetiche, adorado por unos y maldecido por otros, es Peter Handcke. Al leer esta entrada tuya he recordado un libro suyo "Fantasías de la Repetición", que es como un cuaderno donde apuntó frases sueltas a modo de aforismos pero sin ningún propósito. Subrayé esta, que te puede interesar:"De la repitición tediosa a la repetición beatificante: es decir, la alegría de repetir solamente es posible cuando me he puesto en camino hacia lo incierto, cuando estoy desorientado"
    Me alegra que ya estés "animado", por así decirlo, que te mueves.
    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
  6. Comparto, Petrusdom, el agrado por Handcke. Le he leído y a veces vuelvo a él. La frase sintetiza mi blog, por lo menos la parte que se refiere a la repètición. Claro que cuando la repetición conduce a lo incierto, deja de serlo, porque se abre una nueva visión de ella.

    ResponderEliminar