lunes, 21 de septiembre de 2009

Los laberintos de lo real.


Entre las dos imágenes el tiempo ha edificado laberintos en los que la realidad se pierde. El viajero que trata de ver lo que ve, que no siempre es fácil, puede perderse en ello si resulta que se aferra a la visión que los ojos trasladan al cerebro y la hace suya seguro de que está viendo, no solamente lo que es, sino lo que ha sido. Una ermita como ésta es a un tiempo la que se ve y todas aquellas ermitas que han sido en el tiempo. Como una persona, que es la que parece hoy pero que ha sido todas aquellas que la han ido construyendo, quedándose en estge proceso fijas o diluyéndose como materiales efímeros. Nada puede explicarse por lo que es y al cabo viene uno a perderse en la rueda del tiempo, excita su imaginación y construye fantasías que conturban su ánimo.

Esta capilla es explicada por una cronología que se sobrepone, capa sobre capa, hasta amalgamarse, dejando ver cada una en un transparencia la impronta de la inferior. Las dos imágenes que encabezan este escrito pertenecen a la realidad del presente: la de la izquierda es la del interior de la capilla tal y como hoy se encuentra; la de la derecha es la versión infográfica de lo que debió ser a partir de mediados del siglo XII, que es cuando se estima que se pintaron los frescos. Puesto que las improntas o huellas de dibujo y color de lo que se arrancó en el expolio de 1925, están bien definidas, cabe dar por bueno el trabajo de la reproducción, que como imperfecciónm sensible a la observación deja de lado la patina del tiempo, el desgaste y la autodestrucción que convirten la visión de la ruina en cosa poética. En el siglo XII, estabilizada la frontera, el interior de la capilla se asemejaba a esta representación. Pero en el X no.

La fábrica exterior no es ni siquiera románica, o no lo que entendemos por ello: no hay arquería ni nartex. Son muros lisos, ninguna abertura; se supone que la construyeron mozárabes asentados en la zona que a la sazón cambinaba con frecuencia de mano. Nada sabemos de la decoración interior, pero si de su estructura arquitéctonica que es la que ha quedado. Una mezquita que se apoya en la cueva del eremita primero. ¿O no es una mezquita? En ese ser posible, o en su no ser, radica el misterio.

¿Qué sentido tienen esa galerias formadas por los arcos, cinco de frente, cuatro de fondo, que llevan el pensamiento a sugerencias cordobesas? El profano se apoya siempre en representaciones guardadas en su conocimiento, acudiendo a semejanzas que puedan explicar lo que se desconoce. Aquí cuesta pensar que no lo fuera, que no tuviera esa función, pero por lo mismo, dentro de los cánones de la intolerancia ntre religiones, ¿a qué el ábside y la sala abierta con el altar? El primero pudo ser añadido, es otro cuerpo unido por un arco, pero la sala que le precede y que es nave eclesial no, porque toda ella, que es la mitad del espacio, así como la zona que parece mezquita, están bajo el pilar central que distribuye el soporte de la techumbre. Mezquita y nave de iglesia son la misma planta continuada separada por el cobijante teho de una hermosa palmera africana, no cabe duda alguna. Se diría que ninguna conquista, de un lado u otro, osó destruir la otra funcionalidad religiosa, y eso extraña.

La imagen de la izquierda muestra el espacio en su vacío constructivo y nos lleva a lo que debió ser en sus inicios. Aunque no se ve bien en la foto, tras el pilar, un arco más, unido a las galerías podía ser una especie de mirhab. En ese caso, si se atiende al eje de la planta, los fieles del islam mirarían al noreste, el actual, igual que los cristianos, pues el ábside está en esa misma dirección. Y el coro alto sobre las galerías de arcos, ¿no sería el lugar para las mujeres de la comunidad de vecinos? En ese tiempo oscuro entre el X y el XII, ¿que era este edificio del que lo único sobre lo que no cabe duda es su carácter religioso? ¿Un lugar para orar abierto a dos confesiones? Ninguna más se ha encontrado en la geografía española. En Córdoba, antes de construirse la mezquita en su primera fase, el Islam compró a los cristianos el uso de media basílica, aunque finalmente arrambló con todo y levantó ese prodigio único que ahora visitamos.

Laberintos de la realidad que quedan en el espacio nuestro como aquel monolito inexplicable que plantó Kubrick en "2001". Tal vez premonición de un futuro al que se debería tender. Ciencia ficción, tal vez...

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