miércoles, 16 de septiembre de 2009

La caída de Saulo

Hace solamente unos días leía sobre Pablo y esa imagen que ha venido a convertirse en un símbolo de la conversión: la caída del caballo. No cabe dudar de la verosimilitud de la historia salvo en la interpretación de detalles más o menos mágicos: el rayo cegador, la voz de Cristo preguntando, etc. Lo cierto es que Pablo cayó del caballo cuando iba en misión de acoso de judíos cristianos, enviado a ello por la ortodoxia judía. La de Pablo es una figura gigantesca, desde la voluntad, desde el esfuerzo y desde la intención inteligente; también desde la imaginación que lo ha representado en frescos, tablas y tallas; se le suele representar como poseedor de un cuerpo robusto, fornido se diría, de talla superior a la media, un hombre de encarnadura nada mística, un hombre apabullante de verbo y presencia.

No dicen las crónicas testamentarias. ni sus abundantes cartas, sobre los posibles daños que le causara la caída del caballo a tan recia constitución. Algunos debieron ser, pues fue violenta. Basta imaginar el hecho: las monturas al paso o a un trote corto, despreocupados los jinetes, flojas las riendas, embebidos en sus pensamientos o en comentarios, por un camino que despreocupa... ¡Un rayo cegador y una voz atronadora! Cuanto menos uno de los caballos, él que recibe el prodigio de lleno, clava sus patas en tierra, recula, recibe la sacudida de la rienda del jinete que tira de ella, los caballos son muy asustadizos y entonces suelen desbocarse, que quiere decir que abandonan la disciplina del bocado. Negándose a la rienda, reculando sobre las patas viene a levantar despavorido las manos y echa el cuerpo a lo alto, el jinete cae hacia atrás, no tiene como sujetarse y en un instante es proyectado y cae de espaldas al suelo, las piernas en alto, de manera que son el costillar, los omoplatos, la columna, los que reciben el golpe.

Un golpe así tiene efectos, lo contrario sería milagroso: fracturas, luxaciones, magulladuras, traumatismos que poco a poco se han de enseñorear del cuerpo y del áoimo y exigen quietud y reposo entre dolores intensos. Tiempo, se necesita tiempo para recomponerse y ponerse en pie, y moverse. Tiempo en el que caben, además de dolerse, el gemido y el pensamiento. El tiempo en el que Pablo, dolido y magullado, debió alcanzar a comprender que estaba en el bando equivocado.

Viene esto a cuento porque sin prodigios añadidos ni cristianas intenciones, una yegua dulce y pacífica que responde al engañoso nombre de Furia, dejó de obedecer a la rienda que trataba de contener su querencia a volver a la cuadra y tomó por en medio del bosque a un vivo galope, esquivando el jinete como podía las ramas que cruzaban el camino y tratando de no perder los estribos, lo que al fin sucedió. Dió este con su cuerpo en tierra y allí quedó mirando las copas de los pinos esperando a que alguien llegara a socorrerle.

Así, con siete costillas fracturads, una astillada, la escápula del omoplato fracturada en su totalidad, el tabique nasal partido, atiborrado a calmantes desde hace unos diez días, después de cuatro en el hospital, el Hombre del Prado gime, se duele y piensa y se enfrenta al tiempo vacío de la recuperación, y se dice que no hay mal que por bien no venga, pues quiere contar cosas, de como ha llegado a esto, por ejemplo, y con una sola mano, aunque no, con solo dedo, escribirá sus posts.

8 comentarios:

  1. Vaya, lo siento mucho, Luis, tu estoicismo será puesto a prueba una vez más. Cuídate.

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  2. ¡Vaya caida de caballero!,Luis, aunque el dolor no conoce estado social.Espero que tu recuperación sea real y rápida, aunque ahora podamos disfrutar de más reflexiones y escritos dado tu convaleciente posición.
    Saludos cordiales.

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  3. Casualmente un vecinete e la misma urba tuvo una fortísima caída desde e caballo hará ahora unos ocho meses. Como el mozo está ya en una edad casi-jubilosa, y la aida fue verdaderamente grave, los médicos le dijeron que bastante tendría con recuperar lo que pudiera

    Hace muy pocos dís me lo enconré calzado con sus características botas de montar; de hecho, hace pocos días fue a caballo en un largo recorrido de varios días hasta adentrarse bastante en el Pirineo. Juro que es cierto

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  4. Oh Luis, lo lamento. Y mira que ya estaba saboreando muchísimo tu escrito sobre Pablo sin imaginar en que terminaría la historia. De hecho Pablo es de mis personajes bíblicos favoritos,y de tantos sermones que he escuchado sobre èl, es la primera vez que leo algo diferente con lo que escribiste. Me ha gustado.
    Pero volviendo a ti, que es lo que más importa, espero que tu recuperación sea buena y que tengas paciencia. Y sí, aunque sea con un dedo escribe, porque para variar, acabo de conocer en la FILU a un escritor que solamente tiene un brazo y así ha sobresalido en su literatura. Bueno, aún sigo siendo ingenua en muchas cosas y me sigo sorprendiendo de tantas cosas.

    Le avisaré a David de lo que te pasó. Que siempre está recordándote.

    Abrazos.

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  5. Gracias a todos. Seré estóico si puedo, me distraeré pennsando, volveré a montar mi yegua y escribiré con un dedo. Gracias

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  6. ¡Dios Santo, Luis! ¡Ahora me entero!
    He lanzado a la nada unos cuantos juramentos en tu nombre.
    Debiera estar prohibido que nos pasaran estas cosas a partir de los 40.
    Por cierto, ¿cómo se te ha quedado el ego?
    Te lo digo porque hoy mismo me he dado de bruces contra un árbol, yo solito, sin posibilidad de echarle la culpa a jumento algunoo, y lo tengo (el ego) hundido en la miseria.
    Un (delicado, por supuesto, pero entrañable) abrazo.

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  7. Luri: los abrazos en la red no duelen y si satisfacen.
    En cuanto al ego, pues bien, resiste mucho... ¡Es un irresponsable!

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  8. deberia saber el hombre del Prado como se cuentan y como son realmente las historias, vaya usted a saber como realmente quedó San Pablo después de la caída, que dice algún investigador tardío que quizás se debiera a ataques de epilepsia.
    Yo le aconsejaría al hombre del Prado que se suba a los Caballitos de la feria, san más seguros y la musiquita le retrae a uno a la infancia, y eso siempre es bueno y en principio nada peligroso.

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