martes, 18 de agosto de 2009

Y dos...

Dejar pasar el tiempo ahora que parece que el estío toma el derrotero del calor, sentarse a la sombra, no a cualquier sombra, y pensar, no cualquier cosa, pero pensar; es lo que aconseja el tedio que conlleva consigo el verano. En lo de la sombra y el pensar conviene ser elitista cuando se puede elegir, si no, viene a dar lo mismo. En este caso se trata de la sombra de un arce que en cinco años se ha convertido en el más generoso de los árboles del jardín y expande un sombrajo para molestar al sol que al caer la tarde avanza hacia el sur, se alarga más aún, y se convierte en una franja fresca en la que bien caben varias sillas y una buena conversación. Y si no es esta la que se tiene a mano, llega lo de pensar y tiene el bosquimano pendiente la segunda parte del asunto de la vergüenza pública, el ser y el parecer...

El tema se ve con ojos de simpleza y este espectador trata por todos los medios de no contaminarse con simpatías o antipatías previas, que es lo que hay por lo común. Él estaría de acuerdo en simpatizar con quien dijera la verdad, o quien tuviera las manos limpias y el alma también, y en este caso preferiría que fuera la última, que en su abstracción es más convincente que las extremidades. Pero, ¿cómo saber quien dice la verdad? Pues las afirmaciones proceden de una y otra bandería y son diferentes, pues más que afirmar la razón o sinrazón del tema principal suelen apuntar a otras derivaciones que se alejan de aquel y como en los jardines de senderos que se bifurcan, nunca llegan a destino. Cabe llegar a la conclusión de que ciertamente es posible, solamente posible, aunque muy posible, que en todo haya un poco de verdad y quien dispone del poder lo ejerce de manera excesiva en el uso de los medios a su alcance, para lo que sea, mientras que quien tiene en su casa la sospecha insidiosa pero muy plausible de corrupción sea a fin de cuentas un corrupto aunque adopte una expresión de perpleja inocencia.

Y he aquí a una población dirigida en discutir la acusación que le conviene, mientras el sujeto que es causa de parte de este embrollo, y que es Presidente de una porción de Estado, se d eclara inocente porque un auto le exculpa en circunstancias, cuando menos cercanas a una probable prevaricación, de una causa principal y de poca entidad mientras que de una de muchísima entidad ni siquiera dará cuenta, ya que si no hay causa no ha mentido, y si no ha mentido todos los demás son unos cretinos.

Pero se está entre amigos y no hay manera de eludir la discusión de parte; no hay manera de no entender que mientras el ciudadano entra en estas querellas y defiende a capa y espada la opinión en la que tiene fe pero cuya razón ignora, aquel sujeto importante asume que parecer inocente es al final una certeza absoluta y de esa guisa se complace en aparecer. Sucede que en este paisaje veraniego, conviene hablar de cualquier cosa para matar los anocheceres, que es lo mejor que tiene la vida para ofrecer en estos momentos. Algo que picar en torno a una mesa sombreada, una bebida fresca, un poco de aire que corre entre rosales y abedules, de los que dice Anatoly que son más hermosos y grandes que los que se trajo él de su madrecita Rusia y eso le indigna tanto que parece enfurecido, aunque la inefable y encantadora Valentina se ríe de su furia y dice en voz baja que es porque no es ruso, no, que sea así de rudo y tempestuoso es por causa de ser checheno.

Conviene hablar de cualquier pensando que en el caso que se menciona, como dijo el filósofo, "cosas del corazón que la razón no siente"...

4 comentarios:

  1. Desde la simpleza veraniega, en estos asuntos uno tiene la misma sensación de desconcierto, cansancio y recóndita guasa que cuando los hijos se ponen a acusarse a destajo buscando tu fallo inapelable.He de decir, aunque parezca tópico, que son más brillantes - los hijos -, descarados, cínicos,amorales y ocurrentes que los políticos de todo pelaje.

    ResponderEliminar
  2. Totalmente de acuerdo, Dhavar. Como ya estoy jubilado he decidido que esa circuunstancia me invita a hacer lo mismo con la política y solamente me abruma el espectáculo de la inmoralidad de los plíticos. Diríase que en el cargo existe un virus que se activa de manera automática con el nombramiento. Escribiré sobre ello, que este blog es para eso, para ver y escribir lo que se ve.

    Por cierto que mis hijos, desde la cima de sus treinta y algunos años, siguen de vez en cuando con ese impulso infantil de compararse al otro mostrando sus virtudes. Dura muy poco, clalro, y se agradece.

    ResponderEliminar
  3. El gachó al que te refieres, listo como cualquier persona que ha conseguido éxito en su actividad, sabe que el españolito medio entiende y acepta la corrupción en general (y la corrupción de la cosa pública muy en particular), como algo connatural a nuestra idiosincrasia de... columna de la fe, martillo de los herejes y templo de la cristiandad

    ResponderEliminar
  4. amigo...: clalro, sabe lo que sabe y actúa en consecuencia. Es que, llegado al poder, cualquiera actúa en consecuencia...

    ResponderEliminar