martes, 11 de agosto de 2009

Una reflexión sobre un presidente y varios políticos más.

Ser o parecer eran cosas diferentes para César y tenían su orden de aparición en el lenguaje: "además de serlo hay que parecerlo", vino a decir de su mujer, que había tenido un desliz, o parecía haberlo tenido a la vista de los demás, cuando permitió que el malicioso e infantil Clodio, que era un niño bien al que nada se le negaba, se metió en su casa vestido -o disfrazado de mujer- para tratar de seducirla a ella, que era la esposa del Sumo Pontífice, aunque también pudiera ser que a quien trataba de seducir fuera a otra más jovencita, o menos, ¿quien sabe?. Y el hecho no tenía nada de raro, podía ser solamente un asunto de cuernos, sencillo, si no fuera porque se convirtió en un asunto público.

En principio se trataba de entrar en la casa del Sumo Pontífice en el día en que se celebraba la festividad de la Bona Dea. Sólo mujeres. Entrada vedada a los hombres. Festividad presidida por la esposa del Pontífice, que era César. Cualquier cosa irregular que se produjera en ese ámbito, se convertía de inmediato en pública y para lo público rigen otras normas que para lo privado. Se trata de la moral, claro es, pero se trata de la moral que es cosa de todos, convención de todos. acuerdo entre todos, básicamente una norma de conducta basada en el respeto. Venía a decirse en Roma que la ley era la moral tradicional de los antepasados. Así pues, lo público tiene un patrón al que seguir y una matriz sobre la que posarse.

También existe otra dimensión de lo público, que aconteció después. Cicerón se lo analiza a Ático en carta más o menos en el tiempo de los hechos. Viene a decir que siendo un asunto desagradable, una vulneración de las costumbres, casi un acto sacrílego -y él era muy cuidadoso con todo ello- la irresponsabilidad del Senado había sido no dejarlo pasar como una chiquillada de aquel jovenzuelo que no hacía más que liarla y escandalizar allí por donde pasara. Después de todo todo el mundo conocía a los hermanos Clodios. Pues decía Cicerón que si se hubiera hecho la vista gorda y el asunto no hubiera llegado al Senado, donde Catón el puritano, azote de todo el mundo aprovechó para revolverlo todo, nada hubiera sucedido más allá del escándalo privado que se convierte en cotilleo. Una amiga del que escribe suele decir que cuando se está aburrido es bueno reunirse y criticar, que eso une mucho.

Las dos dimensiones de lo público tomaron al asunto por las riendas y lo desbocaron. Hoy se puede pensar que sin ese asunto que desató el odio entre Cicerón y Clodio, la historia de Roma hubiera cambiado. Pero la realidad, pues hay que atenerse a lo que de ella se sabe, es que César estableció una vara de medir: primero ser, luego parecer.

Y piensa el bosquimano mirando desde la linde del bosque que parece que hoy es diferente, que se ha invertido el orden y primero es parecer que ser poco importa. Y si parece y la justicia sanciona el parecer se es por decreto y no hay más que hablar.

8 comentarios:

  1. Eres un optimista irremediable

    No importa ser

    No importa parecer

    Solo importa que la justicia estime que no se ha podido probar ¿vale?

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  2. Si, pero... La justicia le limpia o eso piensan, o eso usan. El quid de la cuestión es que mientras la justicia no pruebe y frente a que parecen (no se sabe si son) no se avergüenzan. Pero esto forma parte del siguiente post cuyo yítulo será "Asumiendo la desvergüenza".

    Todo a su tiempo.

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  3. lo malo es que sabemos Luís, que la mujer del Cesar ni era honrada ni se molestaba en aparentarlo, que a César le mataron i que estos a los que te refieres ni son honrados, ni queren aparentarlo però nos lo quieren hacer creer a nosotros que de buena fé que somos a veces incluso les creemos, mientras la desafección aumenta dia a dia.

    un abrazo

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  4. Insisto en que estoy de acuerdo en todo, pero mi post camina en busca de las virtudes públicas. Mañana sewguiré y trataré de no obcercarme en los hechos, sino en el contexto moral.

    Y ¿quien duda de que César tuvo razones para el divorcio que iban más acá de lo que sucedió en su casa?

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  5. Ya que es tan difícil ser justos, al menos no nos empeñemos en alardear de injustos. ¿No le parece, don Luis?

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  6. Pero es que de eso se trata, amigo Luri, si yo le entiendo bien a usted.

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  7. Esta mañana he oído a una tal Valenzuela, del PSOE, con la vieja cantinela de "chitón, si criticas a las Instituciones, atacas al Estado de Derecho".No es sólo que, si no hay sentencia firme, todos limpios.Es que cada día más se declara- lo oyes en las "tertulias" incluso, que lo inmoral es, precisamente, criticar a cualquier institución estatal.Se está estableciendo de modo insensible una presunción iuris et de iure a favor de los estatal y en contra del ya mero súbdito.Esa presunción vuelve vacía cualquier alegación realtiva a la libertad de expresión, cuyo contenido esencial es, precisamente, poder decir públicamente "la esposa del César es una ramera".

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  8. Hablando de ejercer un poder real, la vergüenza nunca-nunca-nunca tuvo cabida alguna

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