domingo, 30 de agosto de 2009

El absurdo en agosto

Un viaje corto de vacaciones con dos libros en la bolsa. Desde hace años no viaja nunca en agosto y mucho menos al mar; la costumbre se ha convertido en regla y por una vez la regla se ha convertido en esencial, pues se ha practicado la excepción: ha viajado invitado a pasar unos días a casa de unos amigos. No ha estado mal, pero tampoco bien: los imponderables de la salud han herido la libertad de acción del grupo. Como excepción también, pues nunca lo había hecho, en un restaurante en Porto Cristo la indignación por la cena que les estaban sirviendo le obligó a pedir la Hoja de Reclamaciones para dejar, ante todo, constancia del trato abusivo en cuanto a calidad al que habían sido sometidos: una bazofia a precio de oro. Negativa a presentar la Hoja, después a sellarla, después insultos de los camareros, una muchacha desde la cocina, saliendo a la carrera para gritarles, estupefactos, "si me echan será culpa de ustedes" y como traca final en la mesa vecina un grupo de nativos gritando que se marcharan a su tierra, que allí no pintaban nada, mientras el camarero mayor le insultaba llamándole "payaso" y "teatrero". El nombre del establecimiento: Restaurante Café Baixa Mar". Al día siguiente una sensación terrible de desaliento, como de resaca.

Las horas muertas se llenan de la lectura de los dos libros que le acompañaron: "El Judaísmo" de Hans Kung, por acabar, muy denso, lleno de historia y análisis: brillante; "El Demonio del Absoluto" de André Malraux", una biografía publicada ahora en español y en francés hace trece. Sorprende que el libro se escribiera cincuenta años antes, durante la Segunda Guerra Mundial, y quedara abandonado entre los papeles de un autor demasiado ocupado para acabarlo.

La lectura de este último libro es fascinante. No por la historia del Coronel Lawrence, del que existe otra gran biografía escrita en los años inmediatamente posteriores a su muerte por su amigo Robert Graves. También es ese un buen libro, escrito desde la mistad parece haber sido concebido como un homenaje, no solamente al personaje sino a la generación en la que surgió, cuando todavía el imperio podía dar de sí esa conjugación de seres animados por la fe y movidos por el esfuerzo más allá de los límites que se piensan son, en busca de los que se desconocen. El libro de Malraux está escrito desde el punto de vista del entomólogo, no solamente del insecto Lawrence sino del mundo en que se mueve en su totalidad, de las ideas que lo construyen, de los paradigmas establecidos y sobre todo, para el lector que lo lee ahora, de los paradigmas por llegar cincuenta años después.

Es fascinante leer el pormenorizado relato de los sucesos que se vivieron en El Heyaz, la Siria, la Mesopotamia y Palestina, entre 1917 y 1920, cuando la Conferencia Mundial convocada por una recién nacida Sociedad de Naciones, sancionó la dependencia del mundo árabe de las dos grandes potencias del momento. Se dejó de hablar de colonias, que no es sino la apropiación de un territorio por la fuerza para su explotación, por mandatos o dominios, que resume el interés en explotar determinadas facetas de índole estratégica o productiva del mismo, bajo la falacia bien intencionada de alegar su falta de madurez para ejercer el autogobierno.

Dejando aparte la maravillosa película de David Lean, y lo es por muchas razones entre las que no es la menor su síntesis narrativa de una Historia de los acontecimientos políticos que, pese a ser síntesis muestra hechos ciertos; pero es película y todo cuanto se pueda intuir de ella es análisis de cada espectador; dejándola aparte pues, el acercamiento a Lawrence que hace Malraux es de una complejidad asombrosa y resulta igualmente asombroso pensar en el trabajo intelectual que el autor desarrolló para mostrar a un personaje que fue mucho más complejo de lo que podía parecer a simple vista, y mucho más simple de lo que se puede pensar a base de elucubrar.

No era Lawrence de Arabia, como no se es Roldán o Sigfrido, escribe Malrauz. Su persona sólo podía decepcionar.Ningún ser vivo está a la altura de su leyenda." Y un poco más adelante. "Pero Lawrence no creía en la redención, sino en el pecado, en la gracia sino en la acusación dostoievkiana, en el eterno retorno sino en la acusación nietzscheana." Los tres libros preferidos del coronel fueron Moby Dick, Karamazov y Zaratrusta: (evangelios de la soledad, dice Malraux), tratados magistrales de la búsqueda del hombre y de su comparecencia ante Dios, hijo de él al fin y al cabo. Este es un hombre que se desprecia a sí mismo, que se sabe culpable y por ende vive en la esclavitud... ¿Quien no es capaz de calibrar más lúcidamente que en sí mismo el dolor y la verguenza?... La conciencia más profunda del hombre pasa a ser entonces la de lo irremediable, la de su esclavitud. ¿Qué otro sentido que el absurdo puede tener el universo para unas Danaides?" Condenadas estas a llenar de agua sin pausa, un barril sin fondo, nunca alcanzarán redención alguna. El mismo absurdo al que se enfrentaba Lawrence cada vez que pensaba en sí mismo: "El buitre desgarra a Prometeo porque Prometeo quiso entregar el fuego a los hombres. Pero quiso entregarles el fuego porque los amaba. Lawrence no amaba realmente a los árabes, y él lo sabía."

Todas estas citas son de un solo capítulo, el XXXI. En el libro hay mucho más y su sola lectura redime de aquella noche terrible de Porto Cristo, en que tratados como extranjeros, fue conminado el grupo de amigos a irse a su tierra, por haber despertado la ira de unos indígenas celosos de lo suyo. ¡Que cerca todo, lo rídiculo de lo profundo, lo cotidiano y lo inesperado! ¡Que enorme absurdo!

13 comentarios:

  1. Entregar el fuego a quien no se ama. ¡No sabes la de vueltas que le he dado a esta imagen desde hace tiempo!
    Recuerdo un chiste -creo que- de Chumi-Chumez. Un progre frente al pueblo realmente existente medita: "A veces pienso que esta gente no se merece que me lea entero 'El Capital'"

    Lo del restaurante: Reclamar sigue siendo entre nosotros el camino más corto a la frustración política.

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  2. Si, Luri, es uno de los comentarios de Malraux que más me han impresionado.

    Y si también, ¿quien me mandaría a mi reclamar por una comida para cinco qur era bazofia pura, con un coste sorprendentemente alto que por discreción no cito?

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  3. Entregar el fuego a qui no se ama, se sabe después, después de entregarlo.

    Me apunto el restaurante para no ir. De todos modos, no te preocupes demasiad Luís, agosto no existe, és un sueño etéreo, la vida se reemprende mañana, o mejor aún, el martes dia 1 de septiembre.

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  4. Espero que estés mejor. Al menos llevaste los libros.

    Ya me puse al tanto de tu nueva casa.

    Abrazos.

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  5. Francesc, es verdad, agosto no existe, pero este año lo olvidé.

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  6. Clarice, me alegra mucho verte por aquí, muchísimo. En cuanto a la nueva casa es la misma, pero con algún cambio para animarme a habitarla.

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  7. Son situaciones muy desagradables. Después de leerte he visitado la página web del restaurante y, desde luego, la pompa y categoría que se sugieren allí no cuadran con su comportamiento. En fin, lo expresas muy bien cuando hablas de sensación de desaliento. Un abrazo.

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  8. Jesús: ni se me había ocurrido mirar su web. Baste decir, como muestra que pedimos "mejillones al vapor" y los trajeron secos, hechos horas antes, recalentados en micro ondas y rociados por fuera con un caldo para aparentar humedad. Nos sirvieron de catering.
    Pero lo lamentable fue el linchamiento que se produjo, con los vecinos de la otra mesa gritándonos y tratándonos como a maleantes, por el hecho de quejarnos, una vez hubimos pagado, desde luego, que es cuando pedí la Hoja.

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  9. Me pasó una cosa muy parecida en Proas, en Cala D´Or, hace unos cinco años.Pero no me produjo desaliento, sino un cabreo africano- no puedo soportar a los nativos ejerciendo de nativos, me supera-, merced al cual rellené cuatro folios completos del hasta entonces impoluto Libro de Reclamaciones.
    Quince días más tarde volví, y fue un auténtico placer ver cómo me atendieron de maravilla manteniendo todo el tiempo unas expresiones de estreñimiento y furia fabulosas.

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  10. Dhavar, yo me temo que no volveré. Pero no sé, que la tentación es libre y poderosa...

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  11. Como mis desesperados intentos por abandonar la adicción a ese feo vicio llamado "la lectura" ya han conseguido practicamente su propósito...

    Mis entendederas, que nunca fueron excesivamente brillantes (apañaditas sí, pero brillantes no), pueden permitirse el lujo de ignorar cada día más. Y no te digo nada de lo que escribiera ese otro señor que fue consciente de su deterioro emocional hasta que se mató a si mismo; tan solo las típicas referencias que te da el sistema educativo, aunque para un filósofo posterior a Tomás de Aquino las referencas de marras fueran en mi caso (y en el de mis compañeros de clase allá en preu) casi inexistentes. Lawrence fue un personaje, por lo que se de él, metido hasta las cachas en el contradictorio mundo de esa manifestación de agresividad intraespecífica que es para nosotros (como humanos) el invento de la guerra; saber eso es suficiente ara no darle muchas más vueltas; porque si él sintó o no felicidad en su vida, eso que si importa realmente, en puridad, no lo sabe nadie

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  12. amiigoplantas: reconozco que tu tendencia a simplificar es majestuosa, pero si es tu gusto, yo no soy nadie para corregirla, salvo que si quien para no compartirla. Pero en fin, ya sabes que me alegra que andes por aquí...

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  13. Majestuosa es una expresión fantástica, y sí, tienes razón

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